Nunca me fijé en aquel árbol al que todos los días
veía de camino a casa.
Pero un día empecé a fijarme, y lo que
vi me sorprendió.
El primer día que me fije que árbol,
estaba seco.
El segundo día vi a un pájaro en una de sus ramas,
pero me dí cuenta de que el árbol ya no estaba seco,
sino verde, un verde vivo.
El tercer día vi a dos pájaros, estaban juntos,
pero me di cuenta de que el árbol empezaba a florecer.
Y el último y cuarto día... se unió otro pájaro a la pareja,
pero también me fijé en el árbol,
vi que las flores que al día anterior estaban floreciendo,
se empezaban a abrir...
Su color y el aroma que desprendían, eran tan, tan,
delicados..
Que solo pude disfrutar de aquella bonita vista.
Desde aquel día empecé a fijarme en las pequeñas
cosas que el mundo te puede mostrar.